No se razona, no se piensa en nada,
Su surtidor tan sólo, la Alegría,
Abrir los ojos, saludar al día,
El alma ebria de cielo, enajenada.
Sentir la tierra vegetal, mojada,
Los pájaros, el mar, la lluvia fría,
Sentir que toda la belleza es mía
Que es mío el mundo y mía esta jornada.
Sentir la vida como un don del cielo
Sin dolores, sin ansias, pura y fuerte,
Vivir, sólo vivir, qué hermoso anhelo.
Confiar en el destino y en la suerte
Y libre de quebrantos y recelo
No temerle a la vida ni a la muerte.