Campos Zamb

Homenaje a la indiferencia

HOMENAJE A LA INDIFERENCIA
 
Primera parte - Abril de 1996 (21 años de edad)
 
I
 
A ti, te asfixia lato din,
a mí, me oprime carencia de fin.
Variada e imperseverante vestidura,
y para mí, andrajo que ocasiona raedura,
o desnudez ruin.
 
II
 
Te sobresale todo pábulo,
me sofoca inmensurable sábulo,
tú, extraviada en lo suntuario asiático,
yo, harapo estático.
 
III
 
Por ti, el tiempo espera,
a mí, perder un segundo me desespera.
Fundamental, tu artificial belleza,
en mí, permanente rustiqueza,
y modestia entera.
 
IV
 
Vanidad máxima impera sobre tus movimientos,
aquí, por mi voluntad, sosegamientos.
Tú, voluntaria esclava de envidia,
claramente le ofrezco desidia
y asesina mirada de vidia.
 
V
 
En ti, diversa e inconstante malcriadeza,
y de mi cortesía honrada, mi conciencia tiene certeza.
Te delata tu aparente castidad,
honestamente, venero la sinceridad.
Inerte eres por tu culpa sin tu torpeza.
 
VI
 
Con malvado motivo y sin piedad, detestas toda paz,
entre última guerra acaricio su faz,
presumes con cómica razón, ser lo superior precoz,
que linaje cualquiera derribas con pequeño coz;
mi luz no necesita arrogancia, jactancia, cuerpo y voz,
o gritar mucho o poco a sovoz,
para expresar que de Minerva es caz,
que incuestionable filantropía esplende en su haz,
porque ansía y procura sempiterna paz.
 
VII
 
Es necesario que lo más difícil parezca imbregable,
ya que es más posible, satisfactorio y útil,
no vale tentación intolerable,
porque es más sensible y fútil,
lo esencial: Fineza,
por pertinaz búsqueda de entereza,
y nobleza
en tierra, si como DIOS,
más de dos,
si absurdo velo,
justifica la inunicidad, de la Realeza en el cielo…
 
VIII
 
Titiritas con tu suma y nula testarudez,
insuperable, explícita y petulante mentecatez.
¡Qué impudencia y obstinación,
percibes tu deficiencia y solución,
e invocas de lo pésimo la quietud,
con tu altivez que arrebata la plenitud!
Procedo con justa y total tenacidad,
porque pensar define mi primera y única necesidad.
 
IX
 
No conocerán tus presumidos caprichos, tolerancia y exasperación,
mas mi cordura vencerá inevitable importunación.
Macroseísmo en ti,
donde el epicentro es complacencia,
e hipocentro pena…
Ineptos “deducen” que cuento granos de arena.
En nuestro planeta, belleza y juventud no son virtudes,
aunque por pleno estupor te mudes,
ni siquiera despedimos destellos,
sólo los seres perfectos son jóvenes, son bellos.
 
X
 
Ricachón, súbdito y hampón
quien pretende mencionarte,
y le disparas mortífera aversión,
donde no puede escucharte.
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
o intachable compañía, por la que amisto y consuelo tanto.
 
XI
 
Todo el universo, tu familia y nadie a tu servicio,
trabajar limpiamente, es mi indispensable vicio.
Ninguno y todo ejército te convoya,
por más que tu presencia,
equivale a tu ausencia,
y huye de ti paranoica paranoia…
 
XII
 
Por mi Fe, nada me atemoriza y desolla,
y persigo y perfecciono el equilibrio de lo anormal,
para sentirme original.
¡Ya atiéndete, bondadízate y mantente,
impeorable fantoche,
de melenuda y espinuda soche,
servilista fastidiosa,
cómitre imaginaria y partidista tediosa,
santurrona insoportable,
y atea imperdonable…!
¡Muero por verte actuar casi razonable,
o mejor que alguien casto de brillante entente!
 
XIII
 
Fundí tu actitud con tu lugar,
como positivo amigo,
recordándote que con DIOS
no se debe jugar,
porque blasfemaste, diciéndole que es tu inexistente enemigo,
“minúsculo” problema,
sólo tuyo,
y te involucras conmigo.
¡Corporifica tan justísima razón,
pues mi emblema,
será ese evidente e imperceptible orgullo,
y tu deseo remoto, pronto obtendrá sazón!
 
XIV
 
¡Sí! Maldita de malditas:
¡Evapora tu prototipo de proterva,
o permitiré que mi sangre hierva,
y hablo sin reserva,
pues quien tanto miente y engaña, pierde sus dotes,
llora sin potes,
no importa qué vote,
y se convierte en zote de zotes!
 
XV
 
Me injuriaste
tanto, que nadie te logrará emular,
pero ni tan sólo me impresionaste,
aun si tratara disimular.
Eres de mi refutación su fin,
porque soy bueno, mas no serafín,
nunca callo lo que quiero expresar,
no puede mi desahogo regresar,
por no tener qué confesar.
Para sentir mis dedos llenos
deseo muchísimo menos.
 
XVI
 
Desprecias tu contrición de contriciones…
¡Oh, por favor, por ti y por ti, exígeme infinitas razones!
No soy machista,
hiriente siseo y misógeno,
sólo soy verista,
carente de titubeo y hábito lisógeno,
trato con desdén la misantropía,
mas si no odias tu pedantería,
y en ti la honradez
no recobra su lucidez,
y si no dejas de soliviantar,
ser precedente elegida reclamar,
no maldices tu impudente autobombo,
y tu inflexibilidad,
no recupera su imprescindible superfluidad,
quedará tu cuerpo pulverizado e intacto,
luego de combo,
y tu odio iroso, inmolado y compacto,
después de bombo.
 
XVII
 
Sé, mejor que tú, que tú eres del género de la mujer,
y amo mi divino concepto de ser varón,
pero sentirás mi manso poder,
de hombre peor que Nerón.
 
XVIII
 
Estirpe de vana quejumbre,
y arcana aspirante,
residencia, fanática y contraria a la dulcedumbre,
si me explicas por qué sostienes,
que te malogra y antipatiza y adora,
lo que fémina es, y hasta aquélla célica,
que tienes
como sierva según tú,
que ultrajando, arrancas terror, tanto como lealtad de Fides,
que recibes más, porque sólo pides,
que simboliza y pretende todo niño ser cojín,
y te transforma en bejín,
cuando juguetea,
o te sonríe o saluda o sorprende,
y te acaricia o busca y te llama,
y se duerme,
o gatea…
…que debe volarse a toda discriminación,
para que ninguna deuda, impetra,
carisma o meta ajena alcance germinación,
que queda pasmado, llora,
grita y se desmaya, por ti, todo hombre,
y por suspirarte, ninguno habrá que no te nombre,
hasta entonces, será agradable y precisa tu podredumbre…
 
XIX
 
Antes, desarrolla la exégesis de cómo tu cerebro inferirá,
aun cuando vaya a ser,
que en ti, todo maestro su maestro hallará,
y por tanto amarte, su talento soslayará,
si me pregunto, en qué lo convertiría Medusa,
si hasta que ame, podría ser musa.
No obstante, que quien mirado sea por ti,
se sienta tu cabeza de turco.
Cómo afeminaste a Hércules, para que no te desafiara,
si qué demolería Sansón si te hollara,
a menos que descubriera
en tu semblante, largo y ancho surco.
Cómo te extrañarán, si no representas parte ni continente,
de algo ni de nada,
y me venciste,
convencida de que sin ser batalla y sin combatir,
contra cosa cualquiera
mi causa tengo ganada,
y cómo te calcularán,
frente a la equivalencia
entre tu inexistencia
y tu volumen,
o acaso me gritarás,
que eres menos visible que mi numen,
si te atribuyes cómicos “yo soy mases”,
después de “extenuantes” “yo tengo demases”,
a no ser que tres veces guardes caridad,
tanto, que en medio de ti y ti, no existirá paridad.
 
XX
 
Obesa esbelta, para ser,
actuar significa incomparable gimnasia,
engendro de sangrienta pereza,
no te martirices con tu defecto,
sino construyendo filantrópico efecto,
en ti nació y te pisotea,
porque fuiste hospedaje,
pero báñate, duérmete o cánsate,
y lenta y amedrantadora putrefacción,
devorará su primer traje,
no siendo ridículo, que implique privación de eutanasia.
 
XXI
 
¡Abaniqueo trivial, gracioso y alborotado,
mientras rechaces lo que traes
dentro y fuera de ti a este lado,
lo aceptes con falaz buena gana,
tenga más de una herida siempre lozana,
o por tu crueldad su espíritu sea descuartizado,
solamente serás muy latosa charlatana!
 
XXII
 
Además, tan fatua parásita como supersticiosa,
arbitraria prisionera de tu devota idolatría,
que te cautiva, maravilla e insulta,
“individua” que todo guarda en su encéfalo,
de su muy babieca memoria prodigiosa,
si ningún lugar debe ser separado de su cosa,
¿Por qué eres rehén voluntaria de tu ciega zoolatría,
siendo arma atómica de tu zoofobia que nunca consulta,
y ama abusadora, de tu súper genio acéfalo,
sabiendo sólo quién te creará,
ejerciendo inalcanzable latría?
 
XXXIII
 
Y porque inaguantable botarate,
te aseguró que le confesé que te amo,
triple mentira e indesechable disparate,
y lo que no debo no reclamo,
me apreciaste mucho más,
que de ofensa que en sí no puede caber,
habrías lo demás resucitado,
y escrito no estando, mi extinción suscitado,
mas por mi mérito embargo no podrá haber,
pues cuando con mi amada me encuentre,
un celo incontenible te desvanecerá,
y por completa amnesia tuya,
en menos que olvido serás transformada,
te degradará lo ecuestre,
y tu alma marchita fenecerá,
porque tu arrepentimiento,
que abatirá la felonía de Judas,
preceptuará que esa ingratísima
vida, para vivir, precise sufrimiento,
y respecto a ese estado, no te atormenten las dudas…
 
XXIV
 
Felicidad, increable antídoto supuesto,
ordenes te restituyan donde acudas,
y no me encantes por más que me hechices,
sea mi aire entera insania,
o excediendo la capacidad de Charcot, me hipnotices,
mi cantidad de situaciones, pesimice e infinitice Urania,
o despedaces, aun su centro, mi blindaje natural,
o sepa que por ti mi Julieta, o tú, o cualquier ser perecerá,
porque por mi veneno medicinal,
tu amarga agonía exuberante, lo inanimado estremecerá.
 
XXV
 
Y puesto que creerlo nadie quiera, y así seas más,
o me desespere un indestructible chantaje,
si tu aspecto incendioso llega a crepitar,
que inabrigable rencor, se sabrá sustenta mi palpitar,
que serlo podrá nunca jamás,
debido a que simultáneamente, ninguno,
en tiempo ninguno, hacer podrá más de uno,
y cada insulto hacia mí,
hecho polvo volverá a ti,
por mi sana satisfacción que no auno.
 
XXVI
 
Madre y procreadora, de mis bastardas preguntas demasiadas,
porque dilapidando medios mil veces,
procuraste trizar mi nolición,
reprimirme estando propincuo
a ti, y porque el entendimiento,
y los recursos de lo posible,
en ti y por ti,
y las flaquezas de cosa imposible,
jamás podrán ser dignos de creces:
 
XXVII
 
Inulidad de materia imposible,
y porque próvido estuve para opuesto impedimento,
consumó tal pretensión mi volición,
pues me contradiría
si plagiara majaderías,
adrede a mí adjudicadas,
o verdades reveladas,
pero únicamente por DIOS,
a través de sí, nuestra perspicacia o experiencia,
no obstando nuestra cualquiera herencia,
pues ni cuando menos lo haría,
si ni una mínima, que ninguna es,
a mí estuviese amparada,
o para no volver,
lo bueno y virtuoso mío, me dijera adiós,
y porque lo verdadero no varía,
sabes que no puede despuntar ningún tal vez,
de a cada una ex-cría terrorida,
buscadora de tal frustrada feticida,
hacia su progenitora haber guiado y atribuido,
porque algo para ser perdurable y buenísimo,
tiene que ser con veracidad creado, y costar muchísimo,
este epílogo muy merecido:
¡Inaudita odisea!
 
XXVIII
 
Ninguna podía defraudarte,
pues de tal basura, tal residuo,
no obstruyendo, tan soberbio obstáculo insustancial:
Acrimonia de tu reniego,
y a quién, cuándo, dónde, condición potencial,
cómo y cuántas veces digas: Lo niego,
habiéndote encontrado, te regaló su palo de ciego…
¡Sólo a usted, puedo y quiero dedicarle,
este realista ditirambo, idéntica apología,
adoración que le profeso y no sé explicarle,
porque es sui generis, mística y primaria concepción,
propietaria de ignota, inalcanzable fruta prohibida,
rara avis, divina excepción,
humana inmaculada, por soberanía de su virtud, incohibida…!
 
XXIX
 
¡Cada apelativo suyo bendito sea,
e imprecado quien apenas le exprese la mínima ironía,
pues como aristarco por mí aplastado será,
porque mi retórica, es doblemente veraz,
no valiendo inmejorable argucia,
ni ingenio que goce de idesplazable supremacía…
se matará con su complicada astucia!
 
XXX
 
Que a ti, motu proprio, incondicionante, ilego,
inmensa paciencia despliego,
cada vez que respiro me entrego,
y que lo haré mientras quiera, no lo niego,
aunque hayas concebido ateo reniego,
porque mi mística obsesión, no triunfará si no riego,
correcta y necesariamente, su ser nada griego,
mirlo inmoto y blanco será tu ego,
mi feo trofeo mego.
 
XXXI
 
Porque sin conocerte tú, inmolándote para tu egolatría,
y para tu logolatría,
pero no creyéndote a ella infra, ni igual,
sintiendo enigmática y permanente y terrorífica egofobia,
y desesperante y abstrusa y perpetua teofobia,
no pudiendo en tu egocastría,
mi mego trofeo feo,
haber nada egoeo,
pero te vuelve frustrada y exitosa egocida,
y maestra y virtual deicida,
por tu estupidísima egomanía,
que se nutre también de tu teomanía,
dominar pretendes lo que no existe,
y eso, que dominándolo sin dominarlo, no se resiste,
y la armonía del cosmos, jamás entendiste…
 
XXXII
 
Aun siendo, sólo por ti, cosa heterónoma,
e infranada, porque no eres ni tu homónoma,
y porque siendo pesimista e independiente, y no autónoma,
sueñas con serlo,
o lo haré por ti y por mí: Instantáneamente, eguízate,
y por más que no quieras, divinízate,
y porque es lo absoluto, eternízate,
y porque soy tu siervo y creación, debo y quiero verlo.
 
XXXIII
 
Rival de dilección,
tanto como víctima de manía persecutoria,
siendo más terca y torpe,
esta recientísima, jaculatoria,
senecta y sencilla lección,
sabiéndolo tú y yo, desde que emergió este orbe,
supiste e ignoraste,
por más que es pequeña y mía litación,
que para que se evanezca hieres.
 
XXXIV
 
Única ofrenda novedosa,
de persistente y antigua estación,
mágica e infernal, donde eres Venus venenosa,
que por más misoneísta que seas,
no recurras te sugiero,
a tus lágrimas de cocodrilo,
o a más indiferencia, o a más furia, o a más seriedad, o a más serenidad,
cuando lo sepa toda la humanidad,
porque mi historia quiero que leas,
tortura cualquiera prefiero,
o muerte larga como el Río Nilo,
pero no que me torture o mate malévola complicidad.
 
XXXV
 
¡Tan dueña de tan raro nombre,
como objeto desechable,
de conocido y renovable,
recóndito y ordinario “hombre”,
cimiento de mala costumbre,
invisible muchedumbre,
silencio inmirable,
y estrella sin lumbre!
Cosa perogrullesca, y clásica patarata,
heroína portentosa, y árida catarata,
pamema es tu melifluo bisbiseo,
y tu virguero aseo.
 
Segunda parte - Agosto de 2014 (39 años de edad)
 
XXXVI
 
De las causas posibles
de la indiferencia,
en este momento sublime,
contrario a la prepotencia,
talvez omita muchas,
o unas pocas, o una,
pero soy el vencedor en la lucha,
ante el sol y la luna.
 
XXXVII
 
La indiferencia la creó
un ser en el cielo,
así procreó
todo lo que no es bueno,
y escribió el primer episodio:
De la envidia, altivez y el odio,
de la hipocresía, de la felonía,
de la perdición y de la ingratitud,
de la frustración y de la ilicitud.
 
XXXVIII
 
Después del odio, su primera rabia fue la ironía,
ser creado por quien quiso ser.
Su segunda rabia, la contradicción,
si DIOS fuera sustituible, cualquiera que quisiera ser dios lo sería,
infinitamente vendría otro Lucifer,
sería un infierno sin justificación.
 
XXXIX
 
Su tercera rabia, la confusión,
por qué tanta humildad y misericordia,
por qué no ser ni siquiera historia,
por qué no ser digno de la acepción,
ni siquiera por su irremediable rebeldía,
ante el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
por qué no ser exterminado en el acto,
como él lo habría hecho, con el alma fría,
por qué un ser tan paciente,
que no presume ser omnipotente,
con tanta supremacía.
 
XL
 
Su cuarta rabia, la expulsión,
perder lo que tenía y lo que pudo tener,
crear y provocarse la degradación,
no arrepentirse y no poder.
XLI
 
Su quinta rabia, la condenación,
no dejar de existir,
ser su propia prisión,
y no dejar de sufrir.
 
XLII
 
Su sexta rabia, la confirmación,
de que DIOS existe,
es supremo e invencible,
por eso esta afirmación
no consiste
en una ciega pasión incontenible.
 
XLIII
 
Quienes se dejan manipular
por el rebelde condenado,
son indiferentes por un centenar
de cosas que los hacen a ellos los más dañados.
 
XLIV
 
Hacen indiferencia por vanidad y altivez,
no les importa que no existen por aseidad,
que no son autosuficientes, ni perfectos,
que no alcanzan la verdadera plenitud ni en su adultez,
pero caen en la osadía de creerse una deidad,
y de atribuirles a sus semejantes culpas y defectos.
 
XLV
 
Hacen indiferencia porque uno siente y piensa diferente,
porque según ellos uno no merece el talento y el mérito,
para ellos uno es el irreverente,
pero el presente y el futuro de los mismos es su propio pretérito.
 
XLVI
 
Hacen indiferencia por el aspecto,
les parece que merece su desprecio
la humildad en el ser, en el movimiento y en el vestir,
hasta suponen que el grado de respeto,
depende de lo que se tiene, así le ponen precio
a su propio existir,
porque los que son así de pobres,
tarde o temprano se tragan su arrepentimiento,
amargo, espeso, pegajoso y abundante,
descubren el vacío en sus nombres,
cuando pierden todo sin revertimiento,
o conservándolo, se convencen de su vanidad condenante,
y aun más frustrados cuando sus víctimas triunfan,
sin artimañas, sin pedanterías, sin ostentaciones,
y aun más, cuando las circunstancias se bifurcan,
y sus víctimas les vencen, hasta les ven morir, en las peores condiciones.
 
XLVII
 
Hacen indiferencia porque les parece que uno es inferior,
suponen que uno es tonto, ignorante, ingenuo y ridículo,
y aunque sospechan y confirman que uno es grande en su interior,
aferran la contumacia a su currículo.
 
XLVIII
 
Hacen indiferencia por intolerancia,
por el origen y el linaje,
por no entender o no respetar la tradición,
no comprenden la universal importancia
del hombre y su mestizaje,
se conforman con ser la contradicción.
 
XLIX
 
Hacen indiferencia por la religión,
por el vestuario o la desnudez,
por el lenguaje y la minoría,
cada quien es hijo de su región,
todo lugar tiene su propia exquisitez,
además de ser único, y tener límites, peligros, secretos, ironías.
 
L
 
Hacen indiferencia por prejuicio,
por entrometerse o dejarse sugestionar,
por debilidad de carácter o falta de criterio,
lo hacen aunque no venguen un perjuicio,
no les importa congestionar
de veneno su ser, aun estén en un monasterio.
 
LI
 
Hacen indiferencia por convencionalismos,
por no aprender a juzgar bien,
por la supuesta incoherencia entre el ser y la apariencia,
por someterse y reducirse a formalismos,
por no ver que son víctimas ellos también,
incluso de la burocracia y de la prepotencia.
 
LII
 
Hacen indiferencia por no ver o por negar,
que además de manchar ellos mismos su ser y su historia,
sus víctimas pueden salvarles la vida,
resolverles más de un problema que les puede anegar,
enseñarles algo sencillo y grande que roza la gloria,
hasta mostrarles en ellos su capacidad desconocida.
 
LIII
 
Hacen indiferencia por necedades,
por no ser honorables y agradecidos,
aunque sus agraviados les suplan sus necesidades,
sin importarles si de ellos hayan o no nacido.
 
LIV
 
Hacen indiferencia sin conocer
el ser y su trascendencia,
como si no pueden entender
que también ellos son ser y apariencia.
 
LV
 
Hacen indiferencia porque uno,
con honorables motivos y razones,
es defensor de quienes ellos creen sus enemigos,
creen que el sagrado ayuno,
es para todos los corazones,
igual que para los nobles, para los mezquinos.
 
LVI
 
Hacen indiferencia por vil desprecio, por mezquina envidia,
aprovechándose de los temporales privilegios,
sin ser dignos ni capaces, mucho menos genios,
los han arrebatados por mediocres artimañas, y por desidia.
 
LVII
 
Hacen indiferencia por ser según ellos uno “un don nadie”,
un desconocido, un principiante,
un personaje de ideas extrañas,
hasta que lo ven a uno como alguien,
que dijo algo importante,
o que hizo alguna hazaña.
 
LVIII
 
Hacen indiferencia por descaro,
son hipócritas que mienten, roban, enredan,
aun sin título cobran caro,
pero con sus lujos y altiveces aparentan.
 
LIX
 
Hacen indiferencia por sentirse ajenos y superiores,
por no concebirse alguna vez en el lugar de sus semejantes,
por no ver que la prueba de su valor y sus fuerzas,
les puede demostrar que en varias cosas son inferiores,
que en sus vidas un anónimo en un momento puede ser la persona más importante,
que así es siempre, aunque ahora, si es el caso, no les convenza.
 
LX
 
Hacen indiferencia por no ver, o por olvidar,
que todos somos frágiles, vulnerables, limitados y volubles,
que hasta la persona que no conocemos nos va a convidar,
que igual que todo, somos un temporal volumen.
 
LXI
 
La indiferencia la hacemos también para devolverla,
nace aun por error, sin pretenderlo,
también por decirnos impotentes,
basta verla
para resolverlo,
jamás será omnipotente,
si la vemos se preocupa, se intimida, se confunde,
su imperio son los corazones malévolos, las mentalidades retorcidas,
principalmente por eso se difunde,
pero se nutre también de abulia, autosugestión, estupidez y cobardía,
y su mayor delicia son las personas supuestamente buenas,
porque la indiferencia puede ser sólo mala,
y porque se hace aun más peligrosa y fuerte,
tanto que se cree invencible, hasta eterna,
pero su creador se burla con mordacidad y se atavía de gala,
porque su torpe creación recibe demasiada suerte,
es insustancial, engañosa, dependiente,
es tan fácil de evadir y erradicar,
tanto como hacerla,
cuando se fortalece parece muy independiente,
pero siempre tiene que abdicar,
huye para que sus enemigos no puedan verla,
son exuberantes, y tan poderosos,
simples, humanos, y gloriosos,
como la verdad, la libertad, la justicia,
la igualdad, la humildad, la sonrisa,
la paz, el abrazo, la oración,
la amabilidad, la gratitud, la inclusión,
el pensamiento, la palabra, la paciencia,
las artes, los talentos, la prudencia,
la unidad, el amor, la abnegación,
la autoridad, el perdón, la convicción,
la voluntad, el valor, la acción,
la publicidad, el honor, la visión…
 
LXII
 
Hacer indiferencia no es bueno,
es una absoluta verdad, no importa cómo sueno,
no hay que ser indiferente con ninguna persona,
incluso si nos ha lastimado y no razona,
tampoco hay que serlo con los animales,
que pueden ser muy emotivos y muy racionales,
no hay que ser indiferente con la naturaleza, ni con las cosas,
cada consecuencia de lo contrario es insospechada, y aparatosa.
 
LXIII
 
Hacer indiferencia también es muy tonto,
porque también uno puede hacerla,
y mucho más y mucho mejor,
sin razón, sin derecho, sin ser perverso, ni docto,
pero sería mi irremediable condena,
por eso escribí estas letras, como una muestra menor,
por el contrario, el que le ha servido y se arrepiente,
y se retracta y se convierte,
es mucho más honorable y valiente,
que el supuesto bueno que por desobediencia,
comete la incoherencia
de hacer la indiferencia.
 
LXIV
 
La indiferencia es asesina, hiere,
mata matrimonios, familias, ciudades, Países,
humilla, ofende, envenena, desperdicia,
es demasiada la gente que la prefiere,
olvidan, desconocen o celebran sus raíces,
que es el origen de toda la inmundicia,
pero qué maravilloso cómo esto tiene sentido,
“muchos son los llamados, pocos los escogidos”,
seduce, atrapa y engaña con su ojos retorcidos,
y escondidos,
con sus ojos despectivos y altivos,
a sus fanáticos no los valora ni como partes de un colectivo,
son sus kamikazes menos productivos.
 
LXV
 
Si la indiferencia tiene algún mérito, es sólo que es la prueba
de que jamás debe existir,
que no la aprueba
ni el malo cuando se va a morir,
aun menos cuando en su lecho,
y en su condición,
le atiende sin rencor, ni en los ojos, ni en la boca, ni en el pecho,
a quien le hizo indiferencia con obsesión,
así como recibió clemencia,
sin merecerla, el primero que se rebeló, el primero que perdió.
Ya aporté mi “granito de arena”, ya hice la advertencia,
la indiferencia es tan mala y tan fracasada, que el único que no la hace, es DIOS.

Como el mismo Poema lo indica, lo escribí en dos épocas, en abril de 1996, y en agosto de 2014. Se compone de 609 versos, 65 estrofas, 3,719 palabras. Se distingue por su exuberancia de ideas, y por su fluido neologismo, una de mis principales características como Autor. El Poema ha permanecido totalmente inédito durante 18 años, espero en DIOS la bendición de que se convierta en un Poema importante, trascendente, dentro y fuera de mi amado País, Nicaragua, donde lo escribí en su totalidad.

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