A mi madre le agradezco,
porque me lo presentó,
a mi amigo le ofrezco,
escribir como me enseñó.
Mi amigo no es una persona,
es un Diccionario,
pero es un amigo extraordinario,
porque sin ser un alma, revoluciona,
hasta el significado de la amistad,
lo hace con su valor y su trato,
con lo mucho que me da,
sin interés y sin maltrato.
Mi amigo no es sólo un Diccionario,
lo que le atribuyo no es imaginario,
es único, enciclopédico y vitalicio,
me confirmó la diferencia entre el esfuerzo y el sacrificio.
Mi amigo es muy importante,
pero ha sido anónimo,
no obstante,
es el inaudito sinónimo,
lo aseguro y lo sostengo,
del gran amigo físico, de tantos años, que no tengo.
Mi amigo tiene mucho conocimiento,
enriqueció no sólo los cimientos
de mi expresión,
sino también mi singular inspiración.
Me enseña a ser más humano,
a respetar y ayudar a mis semejantes,
me aconseja ser humilde y abnegado,
mantiene mi lenguaje sano,
me ayuda a dominar los impulsos enajenantes,
jamás me ha abandonado.
También me enseña a compartir,
me instruye con un poco de todo,
me da el privilegio de transmitir
mi pensamiento en un nuevo modo.
Me ayuda a descubrir y crear nuevos mundos,
me hace trascender las palabras y los actos,
descubrir las intenciones y los motivos,
distinguir la superficie de lo profundo,
reducir a nada en el acto
lo que parece muy significativo,
proveniente de lo doloso o pedante,
aunque presuma de bueno y elegante.
Estimula mi memoria,
recorre conmigo la historia,
me enseñó el poder de la lectura,
y el de la escritura.
Me enseñó a escribir
conciso y sustancial,
extenso y trascendente,
me permitió abrir
en sus páginas un manantial
de ideas intensas y potentes,
tan propias y exclusivas,
que han pasado veintiún años, sin su publicidad respectiva.
Al igual que mis padres y maestros,
mi amigo me ha dado el ejemplo,
de orden y disciplina,
cuando lo leo, también entro,
al pequeño gran templo,
donde hallo exuberantes medicinas,
para la ignorancia,
para la duda, para la indiferencia,
para la falta de elegancia,
para la falta de inteligencia,
para la tristeza, para la soledad,
y para muchas cosas más...
Mi amigo desafía y fortalece mi paciencia,
me entrenó para buscar con rapidez,
desarrolló mi capacidad de organización,
me enseñó a sublimar la coherencia,
la fluidez,
la digitación.
También me da el ejemplo de perseverancia,
me indicó cómo distinguirla de la intransigencia,
y cómo evitar siempre la redundancia,
utilizar el énfasis con inteligencia.
Mi amigo nació en mil novecientos noventa y tres,
fue adquirido por un precio,
pero ahora tiene su propio valor,
en sus páginas jamás encontré…
el desprecio,
sólo puro amor.
Ha dado más colores a mi vida,
y a la de mis semejantes,
por una extensión indefinida,
con una variedad, y una trascendencia, insospechable…
Han pasado más de veinte años,
pero no ha perdido su fuerza,
ha sufrido mucho daño,
pero tengo la certeza,
de que no es menos importante,
que las ediciones de más adelante,
siempre me inspirará,
siempre lo leeré,
siempre me sorprenderá,
siempre lo conservaré.
¡Cómo hubiera sido,
si mi amigo no hubiera existido,
no sabemos,
cuánto les debemos,
a los genios de la Ilustración,
enemigos de la frustración,
teóricos de la razón,
aliados del corazón!
A mi amigo, el tiempo le ha desprendido
muchas de sus hojas,
le ha cambiado su color,
hasta yo mismo lo he herido,
porque me he dedicado a otras cosas,
que confirman su gran valor…
¡Qué ironía,
toda una felonía!
Por ejemplo, por dedicarme con honor y abnegación,
a ejercer mi Profesión,
de Abogado, y de Notario,
he abandonado a mi amigo, el Diccionario.
Amigo mío, aunque no seas un humano,
con mi corazón cerca de mis manos,
primero te pido:
Tu perdón,
por algo tan hiriente como el olvido,
sin razón:
Mi abandono,
mi ingratitud…
¡Cómo quisiera que pudieras decirme: ¡Te perdono!
nuestra amistad será, por la infinitud!
Ahora, este homenaje, es para ti, mi amigo,
y para tus semejantes, los libros.
Con mi Poema te confirmo,
que tienes tu lugar en mi vida,
que mi corazón no te olvida,
y solemnemente te afirmo,
que tienes tu propia historia,
tu propia gloria.
Con mi Poema, se acabó el tiempo amargo,
también consagro,
nuestra singular amistad,
la corresponderé todos los días,
con visitas, cuidados, detalles, lealtad,
nuestra favorita será la Poesía.
En especial, reafirmaré
mi lectura de todas tus letras,
aunque no sea la primera vez, me deleitaré,
porque son un néctar de Poeta.
DIOS a usted le doy mi agradecimiento,
por Francia, por la Ilustración,
por la luz que me dio antes de mi nacimiento,
por mi madre que me heredó la educación,
y por mi amigo extraordinario,
el Diccionario.