Enrique José Varona

La ceniza

Ebria la luz y de perfumes, danza
la abigarrada multitud sin tino;
del ánfora espumante salta el vino,
y bulle en los cerebros la esperanza.
 
La dicha va delante; ¿quién no alcanza
asir un punto su cendal de lino?
Crece, gira el humano torbellino,
y veloz, más veloz la noche avanza.
 
Corred, gozad la tregua de la suerte,
en el coro feliz de la locura.
Ved que torna a exhalar su hálito frío
 
esa deidad, fatal como la muerte,
más tenaz que el dolor, glacial y dura
cual la verdad, ¡el implacable hastío!
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