Al fin,
calzo las botas
de vencer los caminos.
Marcho bajo una lluvia de canciones
trepando las montañas
y recogiendo trinos.
Hice trizas mi copa
de escanciar la tragedia,
ahora siembro en la vía
espiguitas de trigo para tu pan
y escucho
un canto de corolas
que ayer no comprendía…
Fluye un río de soles
por mis venas gozosas
y me baño en la música
fresca de las campanas.
Una, dos, tres…
Me voy de un salto a la mañana.
¡Al fin!
como aquel gato
que deslumbró a mi infancia:
he calzado las botas
de vencer los caminos.