“El principio de abdicar el odio, es saber amar, ¿sabes por qué? Porque alguien que odia primero, es propenso a amar.
“Pobre de Aurelio quien pensó que la dicción Murciélago era la única con todos los vocablos, sin saber, que, mi abuelito Fran que en paz descanse, aburriendo al arquitecto, él mismo se consideraba un amiguero. Pero esto no termina aquí, como mi abuelito Fran era matemático, amable y único, Yo decía, aunque no lo conocía, como decía la gente: Su corazón era único, era aurífero, era jerárquico, era... quebradizo.
“A mí ya se me olvidaron muchos nombres, jetas y concordancias, a veces no sé qué escribir, pero me acuerdo de Nemo, quien se perdió estando en su propio hogar, fuera del mar, en una pecera, sin fondos, sin amigos.
“Así como la Vida, en un instante es robada, así son las despedidas después de un error, ningunos, ambos, se miran a la cara; así son el Amor y el Odio, enamorados eternamente, el Orgullo los detiene, por eso, el que ama muere, y el que odia permanece”.
Escribiré esta posdata fuera de las comillas: Si muero joven, entonces amé, si muero de viejo, comprendí que el Odio también ama.