“La Morena de la esquina sigue bella,
Y las pulperías abren sus puertas,
El consorte me invita a tomar una fría.
Y allí pasó la serendipia de la casualidad.
“Cerré mi boca, y le dije al primo que si era cierto lo de las Sirenas.
Me dijo que sí, que hay miles en el mar, pero que no han sido descubiertas.
Le pasé la cerveza, y la llamé con el sonido del Mar,
Volteó a mirar; miré sus piernas, y eran como las de las olas de Punta Cana.
“Ella me sedujo con sus pies, y con sus miradas tiernas.
Atendí a la llamada que me hacía, era una cantante aguda.
Salí corriendo de aquel lugar, casi me iba a ahogar,
Luego me di cuenta, de que era una Ciguapa.
Entonces recordé que las apariencias engañan.
“No trates de intimidarme,
Ya sé por dónde vienes.
Conozco al Mar, y me han contado sobre Usted. Que suele asesinar.
Lloro al no saber que me amabas de verdad, de que eras una Sirena.
Ahora nado entre la tierra, sabiendo que hay también, voces en botellas.
“Me volví biólogo para saber sobre tu naturaleza,
Pero no te encontré, no existías ni siquiera.
¿Quién eres que nadie te conoce, Sirena?
¿Quién eres que bebes cerveza, Morena?
“Todas las especies del Caribe, traen sus cuentas,
Todos los peces del Caribe, pagan la cuenta.
Al verte, todos se inclinan ante tu belleza,
El Tiburón Blanco ya no come, porque tú lo pusiste a dieta.
“No trates de intimidarme,
Ya sé por dónde vienes.
Conozco al Mar, y me han contado sobre Usted. Que suele asesinar.
Lloro al no saber que me amabas de verdad, de que eras una Sirena.
Ahora nado entre la tierra, sabiendo que hay también, voces en botellas.
¡Que hay también, voces en botellas!
¡Que hay también, voces en botellas!
¡¡Voces en botellas!!
“La pulpería está abierta, dando puertas a las especies del Mar.
Y Yo sólo te encontré a ti, mi Princesa de Alejandría.
Dando puertas a las especies del Mar.
Y el Pez Cirujano no te había encontrado en ningún otro lugar.
“¡Corrí tan fuerte como pude, para no quedarme!
Corrí para que no me atrapen tus voces angelicales.
¡Corrí tan fuerte como pude, para no quedarme!
Para no enamorarme, para no hundirme, para no ahogarme.
¡Corrí tan fuerte como pude, para no quedarme!
No conozco nada del mar, por eso no intenté explorar más.
¡... Para no quedarme!
Las cervezas me pusieron ver todo color azul, por eso no fue fácil correr ante tus miradas”.