Emil Cerda

El despertar de un Cuervo

“Mientras pensaba, en mi recamara, despreciada, humillada, violada, inmerecida y con todo lo que termina en ida. Me fui lentamente al Camino del fin, con un caminante ciego quien me ayudaba en aquella alocada caminata.

“Tomando Yo sus manos, no sentíamos livianos, el calor del placer nos hizo sentirnos amados, lo que no sabes querido Lector de esto, es que Yo ya no soy virgen por dentro, de labios locos sí, pero no de pechos, porque ellos, los labios, ya fueron besados por un Filemafobico”.

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