Anhelaba en tu mundo ser dulce esencia,
la miel que en tus labios dejara su huella,
la chispa dorada que torna la estrella
en faro de amor y de pura presencia.
Soñaba con ser en tu vida el suspiro,
el cálido aroma de un campo en la aurora,
la brisa sutil que te envuelve y enamora,
el eco que habita en tu pecho y respiro.
Mas el tiempo tejió su velo de ausencia,
dejando en el aire vestigios dorados,
latidos que guardan, callados, sagrados,
un dulce anhelo de eterna presencia.