I
Tú eres espacio, el vasto universo,
la quietud inmensa donde el sol se posa,
y yo soy el tiempo, fugaz y disperso,
la huella en la arena que el viento destroza.
II
Tus cielos se extienden, infinitos, fijos,
mientras yo me escapo sin mirar atrás;
eres el instante, eterno y prolijo,
yo soy el segundo que nunca verás.
III
Te quedas flotando, galaxia cautiva,
mientras yo te rozo, como una canción;
un cometa errante, un pulso que aviva
la danza sagrada de nuestro rincón.
IV
Eres el refugio donde el alma sueña,
el eco profundo de mi proceder;
y yo soy el río que en su corriente enseña
que el tiempo y el agua no saben volver.
V
Si tú eres espacio, yo soy lo que pasa,
la sombra que cruza y se va sin razón,
mas llevo tu nombre, escrito en mi casa,
en cada minuto, en cada estación.
VI
Febriles nos buscamos, de forma infinita,
como cielo y viento, como mar y sal;
y aunque nunca alcance la senda bendita,
te llevo en el pulso de mi espiral.