En el viejo bosque calla
la canción de un río errante,
y la luna, blanca y sabia,
va alumbrando lo distante.
Caminante de la noche,
voy siguiendo su reflejo,
en la brisa que susurra
sueños rotos y consejos.
Bajo el sauce, todo es eco
de memorias que se fueron,
y en mi pecho queda el hueco
de los días que no vieron.
Pero el mundo sigue andando,
y en la sombra de mi paso,
se despiertan nuevos sueños
en el viento y en mis brazos.
Vieja senda, nuevo ritmo,
todo cambia y todo queda,
como el río que desliza
su caudal de vida plena.