En la bruma callada de mis días,
donde el viento repite tu canción,
te busco entre latidos y agonías,
dibujando tu sombra en mi razón.
Tu voz, un eco suave en la distancia,
un verso que no cesa de latir,
como estrella que danza en la constancia
de un cielo que no quiere sucumbir.
Mas el amor, espejo de lo eterno,
se funde con la prisa de este siglo,
y en la pantalla azul de un mundo externo
te encuentro entre destellos de un sigilo.
Ya no envío cartas con perfume,
ni guardo rosas dentro de un papel,
te escribo con latidos que se asumen
en pulsos digitales de mi piel.
Pero aún, amor, persiste la ternura,
en cada red, en cada conexión,
y entre emojis y frases sin cordura,
te juro que aún suspira el corazón.
Con dulces besos viejos y futuros,
tejemos nuestro amor, dulce y audaz,
pues no hay barreras, tiempos ni murmullos
cuando el alma se entrega sin disfraz.