Te quiero como el sol quiere a la aurora,
silencioso y constante, sin preguntar,
como el viento que, aun cuando se demora,
acaricia las hojas al pasar.
Te quiero sin tregua, sin condiciones,
como el río que busca su final,
sabiendo que en ti hallo mis razones,
mi norte, mi calma y mi vendaval.
Te quiero en los días claros y ciertos,
y en los que la sombra cubre el umbral,
porque amar no es fácil en tiempos inciertos,
pero en tu mirada encuentro mi ideal.
Te quiero sin prisas, como la lluvia
que cae paciente sobre el cristal,
y en cada gota deja su huella,
como yo en tu alma, como tú en mi paz.
Te quiero en silencio y en voz alzada,
te quiero en ausencia, te quiero al vivir,
pues en cada rincón de mi jornada
tu nombre se escribe sin dejar de latir.
No hay palabra más honda ni perfecta,
no hay promesa más cierta ni fiel,
que este “te quiero” que mi ser proyecta,
como un susurro eterno bajo tu piel.