Memoria en Blanco
Amalaya al viento cruel de desmemoria,
que borra las huellas de nuestra historia.
Es un ladrón silencioso, un vil opresor,
que arrasa con el tiempo y con el amor.
Cada risa, cada lágrima, cada abrazo,
se disuelven en el olvido, paso a paso.
Los nombres, los rostros, se vuelven sombras,
en una mente que ya no responde a las asombrosas.
Amalaya al Alzheimer que todo despoja,
que convierte en desierto lo que antes era hoja.
Los días se hacen neblina, las noches eternas,
y el alma se pierde en sus propias cavernas.
Pero en lo profundo, donde el olvido no alcanza,
queda la esencia, la tímida esperanza.
Un susurro, una chispa, un eco distante,
de lo que fuimos, de lo que somos, aún vibrante.
Amalaya al destino que roba los sueños,
y nos deja enfrentando sus fríos inviernos.
Pero en cada mirada, en cada gesto tierno,
vive el amor, aunque el recuerdo sea eterno.
No hay tormenta que apague la luz de la vida,
ni enfermedad que venza la llama encendida.
Amalaya al Alzheimer, que no podrá borrar,
la huella del alma que siempre sabrá amar.
