En páramos de viento y fría escarcha,
se forja el alma firme del que insiste.
Ni el tiempo, que a su paso todo embiste,
detiene al corazón que siempre marcha.
La roca hiere, el suelo se desparcha,
mas cada paso al miedo contradice.
El sueño, aun en sombras, lo bendice,
y avanza, aunque la senda sea tan ancha.
La perseverancia es llama que no muere,
la persistencia guía con su proeza,
y la obstinación a la victoria hiere.
Pues quien labra su andar con fe y virtud,
el páramo más árido prefiere,
si en su final la vida da su certeza.