En laberintos donde el tiempo hiere,
la sombra danza, oculta su destino;
cada paso en la vida es un camino,
un eco que en el alma se retiene.
El ser, carga y susurro que se aferre,
entre luces y sombras, va divino;
un grito ahogado en el aire fino,
y en la lucha, el alma nunca muere.
Mas en el llanto surge la belleza,
pues en el dolor halla el ser su canto,
la pérdida es un eco que se expresa.
Y aunque el destino a veces sea llanto,
del sufrimiento brota la grandeza,
en cada lágrima, un nuevo encanto.