Algunas personas son como nubes
Grises y pesadas se ciernen sobre el día,
Oscureciendo el cielo con su presencia,
Robando el color, la luz, la alegría,
Opacando el brillo de nuestra existencia.
Pero cuando al fin deciden marcharse,
El sol emerge victorioso y radiante,
Los colores vuelven a desplegarse,
Y el mundo se torna más brillante.
Su ausencia es un regalo inesperado,
Un alivio que el corazón celebra en silencio,
El aire se siente más ligero, más preciado,
Y la vida recobra su dulce equilibrio.
Así pues, que se vayan esas nubes sombrías,
Que dejen paso a un cielo despejado,
Pues su partida trae mejores días,
Y un futuro más claro y esperanzado.
