En el cielo, suave y clara,
vuela alondra celestial,
con su voz que se declara
como un himno matinal.
Danza libre en la pradera,
mensajera del calor,
su silueta, efímera era,
canta al viento su esplendor.
Pequeña ave del sendero,
reina humilde del cantar,
tu trino es eco sincero,
música al amanecer.
Oh, alondra, luz alada,
en el aire tu virtud,
eres vida dibujada
con destellos de quietud.
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En la calma del estío,
sobre campos de trigal,
una alondra, canto mío,
rompe el aire, celestial.
Pequeña, simple y serena,
alas leves al volar,
su voz, un hilo que suena,
va bordando el cielo al par.
En su pecho el sol ampara
la tibieza de su ardor,
y su canto nos declara
el renacer del amor.
Oh, alondra, guardas la esencia
de la tierra y su fulgor,
en tu trino la presencia
de la vida y su clamor.