En la vastedad del lienzo blanco y puro,
donde la tinta y la pluma se entrelazan,
mi corazón anhela plasmar su agrado,
con palabras que el alma abrazan.
El soneto blanco, cual nieve en la montaña,
es un reflejo de la pureza del sentir,
un canto de amor y de esperanza,
donde las letras vuelan y pueden reír.
Las rimas, como estrellas en el firmamento,
guiarán mis versos por su sendero,
mientras mi pluma escribe con embeleso.
En cada estrofa, un suspiro de amor eterno,
donde la blancura del papel es testigo,
de un soneto blanco, sincero y divino.