En el vasto lienzo de la existencia,
donde el viento susurra viejas penas,
la tierra abraza sueños y cadenas,
su canto es un eco de la conciencia.
Los ríos murmuran historias viejas,
las montañas guardan secretos puros,
y el mar, con sus olas, trae sus muros,
desafiando la vida y sus leyes.
Oh, suelo bendito, de vida brotante,
tu esencia en mi pecho, fuego y canto,
un lazo eterno que nunca se quiebre.
En tus brazos hallamos el instante,
un refugio sagrado, un remanso,
donde florece el amor que se atreve.