A la hispanidad que en sombras nace,
del tiempo inmortal, de antigua gloria,
el eco de una vasta y dura historia,
de lucha y de fervor que nunca yace.
Es tierra donde el viento no desfallece,
ni el río en su corriente pierde el canto,
su verbo es el deber, y es el quebranto
de quien sufre y resiste y permanece.
Desde el confín del mundo hasta el ocaso,
se extiende su verdad como un estandarte,
en rostros que el destino ha entrelazado.
Que el futuro al final nos sea el lazo,
y cada amanecer venga a elevarte,
oh madre, en un fervor resucitado.