I. Canto del bosque
Susurra el viento cánticos callados,
y besa con su brisa las corolas,
las hojas danzan libres y tan solas,
al ritmo de los troncos centenarios.
El río va forjando sus legados,
dejando en cada piedra mil auroras,
su espuma es un poema en las horas,
que escriben con su piel los encrespados.
Resuena la nostalgia de la sierra,
con el murmullo verde en su corteza,
memorias que la lluvia siempre encierra.
Y el bosque sigue erguido con firmeza,
sus ramas abrazando toda tierra,
sembrando luz y sombra en su grandeza.
II. La danza del océano
Bravía la marea va en su intento,
caricia y golpe eterno en la bahía,
su furia va creando sinfonía,
con truenos y relámpagos de aliento.
Las olas, en su danza contra el viento,
susurran la nostalgia de aquel día,
cuando el azul del cielo sonreía
y el mar dormía en calma su argumento.
Mas vuelve a despertar su voz ardiente,
su espuma toca rocas con delirio,
y en su vaivén se funde con la mente.
Así el océano esconde su martirio,
siendo vasto y tan libre en su corriente,
mas preso de su propio poderío.
III. El jardín del tiempo
El sol se va posando en cada hoja,
dejando en sus colores un destello,
las flores se despiertan con un bello
cantar de ruiseñores en su loja.
La vida se desliza y se sonroja
en pétalos de un lirio sin su sello,
pues sabe que su instante es tan pequeño,
y en su fugaz esencia se despoja.
Más todo va girando en su fortuna,
la orquídea se marchita y en su vuelo,
su esencia quedará bajo la luna.
Y así el jardín, en su vital anhelo,
se vuelve un ciclo eterno bajo espuma
del aire que lo besa con su anhelo.