Loading...
Elideth Abreu

Semi Corona de sonetos al valor de la mujer

 
 
I
 
Mujer, faro de luz en la tormenta,
columna firme en tiempos de quebranto,
tu espíritu, que nunca se amedrenta,
vence el dolor, resiste el desencanto.
 
Eres la llama ardiente que alimenta
con su calor la vida y su quebranto,
la voz que en su verdad jamás se afrenta,
la fuerza que transforma todo el llanto.
 
Por siglos te intentaron doblegar,
mas fuiste roca ante la adversidad,
y hoy el mundo te escucha al despertar.
 
Tu lucha es un legado de verdad,
sigues en pie, sin miedo a fracasar,
mujer, símbolo eterno de equidad.
 
II
 
Mujer, símbolo eterno de equidad,
sostienes con tu voz la luz del día,
forjando en cada acto dignidad,
honrando con tu ser la valentía.
 
No es débil quien se enfrenta a la maldad
con alma indomable en su osadía,
quien carga su dolor con libertad
y sigue su camino en armonía.
 
Eres esencia, vida y creación,
sangre que nutre el árbol del futuro,
poder que no se rinde ante opresión.
 
La historia te escribió con trazo puro,
y en cada paso de revolución,
rompiste las cadenas del oscuro.
 
III
 
Rompiste las cadenas del oscuro
siglo en que tu voz fue silenciada,
alzaste la mirada en lo más duro,
dejando atrás la sombra encadenada.
 
No fuiste posesión ni ser impuro,
tu ser no se doblega ni se agrada,
desafiaste al destino más seguro,
forjando con tus manos tu jornada.
 
Mujer, nunca permitas el olvido,
tu lucha es el emblema del mañana,
tu fuerza es como el viento decidido.
 
Aquel que intente hundirte en la maraña
hallará que tu espíritu encendido
renace como el sol cada mañana.
 
IV
 
Renace como el sol cada mañana
tu fuego inextinguible y soberano,
como el mar que a la orilla nunca engaña,
como el árbol que enfrenta el viento insano.
 
Con sangre y con esfuerzo te haces caña
que cede sin romperse, mas temprano
o tarde da su golpe y desengaña
al mundo que te quiso ver en vano.
 
Mujer, eres la flor que no se seca,
la fuerza que no cede ante la pena,
la voz que en su dolor nunca se quiebra.
 
Por siglos soportaste dura escena,
pero el tiempo al final todo lo explica:
la lucha por tu ser no fue pequeña.
V
 
La lucha por tu ser no fue pequeña,
grande como los mares en su ira,
como el fuego que el miedo nunca empeña,
como el eco que el viento nunca expira.
 
Resististe el dolor que todo enseña,
el yugo que en la sombra no respira,
y alzaste con coraje tu reseña
como estandarte vivo en su mentira.
 
Que nadie nunca calle tu verdad,
que el mundo escuche el grito de tu pecho,
que sepan que en tus pasos hay bondad.
 
Mujer, de corazón valiente y hecho,
nadie te arrebatará dignidad,
nadie en tu fortaleza hallará lecho.
 
VI
Nadie en tu fortaleza hallará lecho,
ni amarras que supriman tu destino,
pues llevas en el alma un fuego estrecho
que nunca ha de apagarse en su camino.
 
Eres la tempestad y su reflejo,
la calma que precede al torbellino,
el eco de un clamor puro y añejo,
la mano que sostiene lo divino.
 
Mujer, no te somete la tormenta,
ni el peso de un pasado tan ingrato,
ni el miedo que la sombra representa.
 
Eres fuerza, coraje y un contrato
con la verdad que siempre se presenta,
con la justicia que hoy ya tiene trato.
 
VII
Con la justicia que hoy ya tiene trato,
con la verdad que el alma reconoce,
con el amor que nunca es un mandato,
con la pasión que nunca se despose.
 
Mujer, eres el agua en su relato,
el fuego que con furia todo cose,
el aire que respira su arrebato,
la tierra que en sus pasos nunca implose.
 
Que nadie ose decir que no eres fuerte,
que el mundo sepa que en tu andar existe
la voz de mil mujeres en su suerte.
 
Tu lucha con la historia ya persiste,
y aunque el dolor te roce con la muerte,
el miedo ante tu espíritu desiste.
 
VIII
 
El miedo ante tu espíritu desiste,
como la sombra huye de la aurora,
tu esencia como un grito se resiste
y brilla con la luz que todo aflora.
 
Mujer, eres coraje que persiste,
flama que la injusticia nunca ahoga,
pasado que con sangre ya no existe,
presente que al futuro se incorpora.
 
Eres la voz de todas las calladas,
las manos que sostienen el progreso,
las almas de las mártires pasadas.
 
Por ti el mundo ya inicia su regreso
al justo equilibrio de las hadas,
al tiempo en que el amor ya no es exceso.
 
 
IX
Al tiempo en que el amor ya no es exceso,
en que ser libre no será un castigo,
en que el respeto sea un solo acceso
y el miedo no se asome como abrigo.
 
Eres verdad que nunca pierde el peso,
corazón que es refugio y es testigo,
la fuerza que no cede en su proceso,
la voz de la razón y su prodigio.
 
Mujer, tu libertad es el emblema
del tiempo en que serás reconocida,
del día en que la igualdad sea el poema.
 
Eres el alma pura y bendecida,
el eco que retumba como un lema,
mujer, faro de luz en la vida.
 
Soneto Madre
 
Mujer, faro de luz en la tormenta,
mujer, símbolo eterno de equidad,
rompiste las cadenas del oscuro,
renace como el sol cada mañana.
 
La lucha por tu ser no fue pequeña,
nadie en tu fortaleza hallará lecho,
con la justicia que hoy ya tiene trato,
el miedo ante tu espíritu desiste.
 
Al tiempo en que el amor ya no es exceso,
sigues en pie, sin miedo a fracasar,
rompiste las cadenas del oscuro.
 
Mujer, símbolo eterno de equidad,
mujer, faro de luz en la vida,
la voz que en su dolor nunca se quiebra.

Other works by Elideth Abreu...



Top