Melodía de un soneto
Te contemplo en la brisa del sendero,
mi marejada de luz y de quimeras,
eres dulce reflejo pasajero
que ilumina mi alma en sus esferas.
Se quiebra el horizonte entre violetas,
la brisa mece al campo en su lamento,
y al mirarte pasar, dulce y coqueta,
se desgarra mi alma en el intento.
Tus cabellos son noche que perfuma,
tu andar, la melodía de un soneto,
y en mi pecho tu ausencia se consuma
como llama que arde en un secreto.
No hay lucero que brille con más calma
ni rocío que apague mi desvelo;
en tus ojos se pierde entera el alma,
y en tu sombra imagino hasta mi cielo.
Creo que no me amas y me miento:
tu presencia es el eco de mi canto,
y mi vida, que vive en el tormento,
se hace eterna tan solo en tu encanto.
