Que quede mi voz cuando yo ya no esté,
una huella leve, un eco en el aire.
Las palabras pasan, se borran, se pierden,
pero tal vez una logre quedar.
No busco la gloria, ni el brillo, ni el nombre,
solo una chispa que siga encendida,
un verso pequeño, sencillo y callado,
que aún en el tiempo se niegue a morir.