Caer en el olvido es como hundirse,
sin ruido, sin palabras, sin un eco,
en un abismo quieto y hueco
donde el tiempo vuelve a desvanecerse.
Morir así, sin más testigo,
sin una sombra que detenga el paso,
es saber que en cada lazo
se borra, lenta, la voz y el abrigo.
Es desaparecer como arena,
como polvo barrido en la distancia,
sin peso, sin nombre ni importancia,
ni memoria que el silencio enajena.
No hay duelo en la muerte olvidada,
ni en la piel de aquellos que se fueron;
sólo un vacío donde se perdieron
como un rastro en la noche apagada.