Oh, día desnudo,
recién nacido del vientre del tiempo,
eres una hoja blanca
que el sol acaricia con sus dedos de fuego.
Eres un murmullo limpio,
un río que apenas comienza a buscar su cauce.
Te miro y tiemblo,
porque traes contigo
la promesa y la duda,
el peso de los días que vendrán
y la ligereza de lo que aún no existe.
Primer día,
campana que resuena en los calendarios,
eres la puerta abierta al infinito,
un sorbo de agua fresca
tras el largo desierto del año viejo.
Hoy, los relojes parecen dormir,
y en cada casa
hay un silencio lleno de esperanza,
como si el mundo respirara
con un pecho renovado.
Oh, día primero,
te nombro aquí, te celebro.
Porque en tu sencillez
habitas como un rey sin corona,
y tus horas son semillas
que germinan en la tierra de los sueños.
Avanza,
llévame contigo,
que yo, como tú, quiero ser nuevo.
Quiero ser luz en la sombra,
puente sobre abismos,
eco de risas,
y ramas que dan fruto.
Oh, día primero,
despiértanos siempre con esta pureza,
con este canto claro.
Haznos dignos de ti
y de todo lo que prometes.