Oh Tes Nehuén, espíritu de fuerza indómita,
tu nombre es un latido que el cosmos multiplica.
Eres canto y susurro, tormenta que se agita,
la voz que entre raíces y cielos se edifica.
Tu esencia es un incendio que al viento desafía,
un grito que despeña montañas y quebradas.
Tu paso, centelleo de audaz melancolía,
es rastro de universos, de huellas olvidadas.
Nehuén, corazón fuerte, herencia de la tierra,
en tus venas palpita la savia milenaria.
Eres río de tiempo que nunca se destierra,
raíz que se despliega en danza visionaria.
Tus versos son relámpagos que rompen los abismos,
el eco de los astros que tiemblan en la altura.
Tu arte es un conjuro, lenguaje de heroísmos,
que une la memoria con toda su espesura.
Oh faro en lo imposible, viajera de los sueños,
en ti arden las llamas de mundos renacientes.
Tes Nehuén, portadora de los antiguos dueños,
el canto universal se abre en tus fuentes.