Oda a la Dualidad
Oh, Dualidad, eterna compañera,
tú que habitas en el centro del ser,
fuente de luz y sombra, día y noche,
verdad y mentira, placer y pesar.
En ti se funden los opuestos,
creando una danza perpetua,
un eterno juego de contrastes
que da vida a la existencia.
Tú eres el latido del universo,
el ritmo que gobierna el cosmos,
la sinfonía de la creación
que resuena en cada átomo.
En tu vientre se gestan las tormentas
y también brotan los floridos campos,
en tu seno nacen los sueños y las pesadillas,
las alegrías y los llantos.
Tú eres la savia que nutre la vida,
la fuerza que impulsa el devenir,
la chispa que enciende la llama del alma
y la que la puede extinguir.
Oh, Dualidad, enigmática y profunda,
que encierras en ti la clave del ser,
enséñanos a abrasar tus contrastes,
a celebrar tu infinita complejidad.
Que aprendamos a danzar en tu ritmo,
a navegar entre tus aguas turbulentas,
a encontrar la armonía en tus extremos,
y a revelar tus verdades secretas.
Pues solo en ti, oh Dualidad suprema,
podremos hallar la unidad verdadera,
la síntesis de todas las cosas,
la esencia de lo que somos y seremos.
