Eres un susurro de olas que no calla,
una selva de piedra en la costa dorada.
Entre tus calles, el salitre y el asfalto,
bailan juntos, como un verso en el canto.
Eres faro y sombra, puerto y montaña,
un crisol de voces que nunca se extraña.
Tu alma vibra en idiomas que abrazan,
el pasado y el futuro en tus plazas se enlazan.
Tus avenidas son ríos que no duermen,
corren hacia el mundo, jamás se detienen.
Entre luces de neón y balcones antiguos,
guardas secretos de tiempos ambiguos.
Nueva York, ciudad sin fronteras,
donde el sol se despide en tardes ligeras.
Eres una musa de modernidad y raíces,
cuna de sueños, hogar de matices.
En tus muros grafiti y en tu cielo palomas,
el bullicio es poema y el silencio es aroma.
Eterna ciudad, ni del norte ni del sur,
eres un puente, un latido, un azul.