En noches de luna y viento errante,
busco en las sombras el eco de un soneto,
como aquel que susurró un amante,
bajo estrellas, un secreto inquieto.
En mis versos navega el río del tiempo,
donde la naturaleza se viste de gala,
ecos de un “Carpe Diem” en el viento,
y el murmullo de un “Tempus Fugit” se exhala.
Bajo el manto de esta urbe moderna,
la musa de Safo aún canta su pena,
y en las luces de neón que gobiernan,
florece el Edén en cada escena.
Como Quevedo, en la noche medito,
sobre la vida, el amor y la muerte,
y en cada palabra que al papel invito,
resuena un lazo con su suerte.
En los versos de hoy, la esencia queda,
de aquellos bardos de tiempos lejanos,
su legado en mis rimas se enreda,
un poema eterno que en mis manos,
lleva el susurro de voces pasadas,
en un canto que nunca se apaga.