Qué noche tan negra,
la de la prisión,
suenan los candados,
sufre el corazón.
Las sombras se alargan
sobre el frío suelo,
susurros y miedos
se enredan al vuelo.
La luna es testigo
de un sueño encerrado,
de un grito en la niebla,
de un llanto callado.
Qué noche tan larga,
sin amanecer,
pesan las cadenas,
duele no tener.