Nessun dorma, que el mundo está despierto,
la noche guarda un canto entre su calma,
y en el abismo oscuro de mi alma,
un eco eterno grita en su desierto.
La luna vela, firme en su concierto,
las sombras callan su violenta palma,
y el corazón, que siempre busca y palma,
persigue un sueño puro y siempre cierto.
Nadie duerma, que el alba se avecina,
y el fuego en la penumbra resplandece,
marcando con su luz la senda fina.
La vida al fin sus pasos enriquece,
pues quien espera con pasión divina,
triunfa y al cielo en gloria pertenece.