Duerme, niño, que el mundo se detiene,
las estrellas son ojos que te cuidan,
los ruidos de la vida se desvanecen,
y el silencio acaricia tu sueño.
Los sueños son barcos en mares lejanos,
navegan por cielos de algodones,
mientras la luna te susurra secretos,
y el viento te mece entre sus brazos.
No temas a las sombras que acechan,
son solo cuentos de hadas perdidas,
el tiempo es un río que nunca se apura,
y mañana volverás a la vida.
Duerme, pequeño, que aquí estoy,
tu guardián en este instante eterno,
cuando despiertes, el sol será amigo,
y el día, un lienzo de colores nuevos.