Pobre ave sin consuelo,
su vuelo ya no es certero,
buscando un nido siquiera
donde encontrar su desvelo.
Presa del viento y el hielo,
sin refugio en que ampararse,
su triste canto al quejarse
es eco de soledad.
¡Cuánta necesidad
de un hogar donde abrigarse!
Cansada del largo vuelo,
posa al fin en rama escueta,
mas no halla ahí su meta,
ni sombra que dé consuelo.
Alza el pico hacia el cielo,
implorando una morada,
mas sólo halla la mirada
de la inmensidad serena.
¡Qué triste es su suerte, qué pena
verse así desamparada!
Perdida en la inmensidad,
sin hallar donde posarse,
la pobre ave ha de entregarse
a su amarga adversidad.
Sólo le queda esperar
que el destino se apiade,
y le brinde una ramada
donde pueda descansar.
¡Qué triste es su penar,
sin nido donde refugiarse!