En un mundo de reflejos,
donde el alma es claridad,
se entrelazan los anhelos
sin barreras, sin final.
Cada sombra es un presagio,
cada luz, una verdad,
y el amor, en su desvelo,
se disuelve en inmortal.
Es un mundo sigiloso,
de latidos y silencios,
donde el tiempo se desnuda
sin temer al firmamento.
Los abrazos son eternos,
las promesas son un eco,
y la vida se despierta
con la fuerza de los sueños.
Desde lejos nos contempla,
con su pulso misterioso,
como un río subterráneo
que nos nombra en su reposo.
Nos envuelve en su susurro,
nos recita sin descanso,
y en su esfera de ilusiones
somos más que nuestro paso.
Si pudieras cruzar puertas,
si el umbral fuera tangible,
descubrieras en su centro
que el amor no es imposible.
Que las dudas son espejos
y la esencia está encendida,
que los mundos espejuelos,
son tan solo otra vida.