No se enamore de una mujer que arde en ideales,
que no baja la cabeza ante la injusticia.
Su voz es llama que rompe el silencio,
y su alma, un tambor que marcha sin descanso.
No entenderá sus silencios cargados de historia,
ni sus miradas que arden como antorchas en la noche.
Ella no ama a medias, no calla lo injusto,
ni duerme tranquila si hay cadenas en el mundo.
Sus besos saben a libertad,
y sus abrazos son trincheras.
No busca ser salvada,
sino cómplice en la batalla.
No se enamore,
a menos que esté dispuesto a arder con ella,
a construir futuros con las manos llenas de tierra,
y a sostener su alma
cuando el viento sople en contra de los sueños.
Porque amar a una mujer así
es elegir la lucha antes que la calma,
y la verdad, aunque duela,
antes que el consuelo de una mentira.