Tiene entreabierta el alma,
Se estremece.
La brisa entra con manos frías,
acaricia ausencias,
despeina recuerdos.
El mar crece en sus dudas,
rompe contra la orilla
con palabras que no se dicen.
Llora sombras de acero,
lágrimas sepia
que borran rostros en las fotos.
La pared sostiene historias
con clavos mudos.
¿Ayer sostuvo otra cosa?
No es llamarada en la vereda,
ni eco en bocas ajenas.
No es nombre que retumbe
en labios temblorosos.
Es liebre,
es humo,
es verso perdido en un libro sin título.
La leen con prisa,
sin tocar sus márgenes.
No hay corceles en su barrio,
ni raíles que la conduzcan.
Solo un muro,
una pena,
y una voz que calla.