En la cúspide del poder se aferra,
Montado sobre las rayas feroces.
El rugido del pueblo no le aterra,
Sordo a los llantos y las muchas voces.
Con garras de acero y fauces voraces,
La bestia avanza, devorando sueños.
Maduro se jacta de sus secuaces,
Mientras el país se hunde en sus empeños.
El tigre, símbolo de fuerza bruta,
Lleva a cuestas al déspota insensato.
Mas la bestia es voluble, y en su ruta,
Podría voltear contra el insensato.
Pues quien monta un tigre, tarde o temprano,
Descubre que no puede bajarse sano.