En esta escuela del mundo,
el reloj nunca regresa,
cada día es un maestro,
cada error, una promesa.
Ni el verano nos espera,
ni el invierno nos perdona,
pues la vida se desliza
como agua en la corona.
No hay segundo capítulo
ni repasos en la vida,
aprendemos caminando,
aunque la senda esté herida.
Por eso escribe tu historia
con las manos bien abiertas,
que esta lección irrepetible
hace las almas despiertas.