Tu risa era un murmullo de agua limpia,
un eco suave en el temblor del viento,
latido silencioso de la brisa,
destello breve en un azul eterno.
Tus pasos eran huellas en la espuma,
dibujos tenues sobre arena fría,
y el tiempo, en su vaivén de marea oculta,
guardaba tu reflejo todavía.
Hoy entre sombras, queda tu figura,
sutil y leve, como luz que pasa,
tejiendo con su aliento la ternura
de un mundo que en tu nombre se abraza.