Me llamaron sombra,
me llamaron viento seco,
me llamaron nadie,
y nadie fui en los espejos.
Pisaron mi tierra con botas ajenas,
rajaron mi canto con filo de acero,
y en mi espalda hicieron surcos
como si fuera desierto.
Pero de mis grietas brotan raíces,
de mis ojos, ríos de fuego,
y mi boca, que callaron tanto,
hoy es trueno en el destierro.
Soy la hija de la pampa,
del quebracho y del silencio,
pero no hay silencio que mate
la voz del polvo en el tiempo.