En una fiesta en Galicia,
donde el pulpo es el señor,
un gaitero bien alegre
se tomó ya el licor.
¡Ay, mira el pulpo bailando!
¡Ay, qué bien se meneó!
Que entre el albariño y fiesta,
la gaita desafinó.
El gaitero da una nota
y todos se echan a reír,
que su gaita está mareada,
y él no para de insistir.
Y los vecinos asomados
dicen “¡vaya fiestón!”,
que hasta el cura del pueblo
se animó con el porrón.
¡Ay, mira el pulpo bailando!
¡Ay, qué bien se meneó!
Que entre el albariño y fiesta,
la gaita desafinó.
Así pasa en cada fiesta,
si hay gaitero y buen beber,
que hasta el pulpo más tímido
se anima a bailar también.