Voy camino pecho adentro,
por los silencios del alma,
y le voy poniendo voces,
donde la calma se inflama.
Con paciencia se desgranan
versos de melancolía,
como suave sinfonía
que en el pecho va creciendo,
y en la noche va muriendo
con la luz del nuevo día.
Y hilvanando las palabras,
tejo versos con esmero,
buscando un eco certero
que en tu alma deja marcas.
Como flores en las charcas,
que reflejan su belleza,
así mi alma en su cerveza
vierte versos con pasión,
con la dulce devoción
de quien ama con firmeza.
E hilvano las palabras,
como perlas en un hilo,
cada verso un nuevo brillo
que la noche va alumbrando.
Las estrellas van contando
secretos al corazón,
mientras la inspiración
fluye como un manantial,
y en este canto vital
se renueva la ilusión.
Décima epinela en serie,
con sabor a campo y cielo,
donde el alma encuentra vuelo
y la pena se hace alegre.
El canto de un ruiseñor mece
los sueños del corazón,
y en esta evocación
la tristeza se diluye,
como la niebla que huye
con la luz del arrebolón.
De cinco estrofas, lenguaje,
que evoque la campiña,
donde la tarde se tiñe
de colores con coraje.
Un poema que homenaje
a la belleza rural,
donde la paz ancestral
se respira en cada flor,
y el alma encuentra su amor
en este canto sin igual.