El heno, aromado, fresco, tierno y suave,
Con su olor, embriaga el alma y el ambiente;
El río, sonámbulo, su canto monótono,
Arrullo de amores, dulce y permanente.
La frescura del campo, balsámica fragancia,
Del heno susurrante, un anhelo profundo;
El río, fiel amante, suspira en la distancia,
Su música mecida, un beso vagabundo.
El verde del prado, esmeralda reluciente,
Se junta con el agua, cristalina y fresca
El heno y el río, dúo armonioso, ardiente,
Un poema romántico, que el alma refresca.
El viento, juguetón, danza entre sus hojas,
Llevando su perfume, esencia del Edén;
El río, con su fluir, mi sueño acaricia,
Su corriente me arrulla, consuelo y bien.