El heno, al ser cortado, aroma y frescura exhala,
Mientras el río soñoliento su melodía iguala.
Las yerbas verdes suspiran, mecidas por la brisa,
La naturaleza despierta, de su sopor se divisa.
El sol poniente proyecta sombras sobre el paisaje,
Pintando cuadros hermosos, un lienzo sin paraje.
Las aves, con su dulce canto, saludan la armonía,
Y el aire, perfumado, lleva su suave sinfonía.
El campo, en su esplendor, invita a la contemplación,
Un poema sin palabras, una sublime creación.