Yo soy un gaucho perdido
en las pampas del olvido,
mi caballo es mi destino,
mi sombrero, fiel amigo.
Dejo el campo que he labrado,
con sudor y con empeño,
a mis hijos, que el sendero
sigan con firmeza y sueño.
La guitarra en que he cantado
mis penurias y alegrías,
sea el consuelo en los días
de tormenta y sol dorado.
A mi china, dejo el verso
de mis noches estrelladas,
que su amor, como la luna,
guíe siempre sus pisadas.
Mis espuelas y mi lazo,
mi facón y mi ponchillo,
que acompañen al más chico
cuando enfrente al cruel destino.
Y al gaucho que lea esto,
le pido con gran fervor:
que defienda siempre al campo
con nobleza y con honor.
Les dejo mi testamento,
con la pampa por testigo,
que mi vida como viento
siga libre su camino.