El Ser que No se Encuentra
En el umbral de la sombra,
donde el eco es un silencio invertido,
camina el pensamiento desnudo,
ajeno al peso del tiempo.
¿Qué es el ser, sino un reflejo
de un espejo que nunca fue forjado?
Un abismo que respira,
un vacío con sed de eternidad.
La carne sueña con raíces,
pero el alma es humo errante,
un hálito atrapado entre
el nunca y el siempre,
el aquí y el no.
Miro mis manos:
universos en cada pliegue,
cosmogonías de piel que se borran
al contacto con la verdad.
¿Y si somos solo el parpadeo
de un ojo que no sabe mirar?
Un juego de luces
en el teatro de lo incomprensible,
actores sin libreto
ante un público ausente.
El ser pregunta,
pero la pregunta se disuelve
como ceniza en la lluvia.
Solo queda el silencio,
un dios escondido en la grieta
de lo que jamás podremos nombrar.
