En mis montañas, un perfume altivo,
Aroma intenso que embriaga el alma,
Naturaleza indómita y festiva,
Donde el silencio es una dulce calma.
Los pinos erguidos, cual centinelas,
Destilan su fragancia con fervor,
Cedros y abetos, sus copas gemelas,
Exhalan un aroma seductor.
Las flores silvestres, un tapiz de ensueño,
Jazmines y rosas, su aroma embriaga,
Lavandas y tomillos, un bálsamo tierno,
Que perfuma el aire y el alma halaga.
El viento susurra entre las hojas,
Llevando consigo este perfume soberbio,
Que impregna el bosque y sus mil enojos,
Convirtiéndolo en un lugar acerbo.
Oh, perfume sublime de mis montañas,
Tesoro de aromas que el alma anhela,
Tu esencia es un canto que me acompaña,
Y me hace sentir viva y en vela.