En el principio fue el aliento,
un susurro dormido en el viento,
un latido que se hizo sonido,
la palabra naciendo del vacío.
Ecce verbum, la luz en la sombra,
la forma que el caos nombra.
Un verbo que talla la existencia,
que entreteje el tiempo y la conciencia.
Es semilla y fruto, carne y misterio,
el eco divino en cada silencio.
Un puente entre mundos que no se tocan,
la voz que en el abismo invoca.
Verbum, sagrado y profano a la vez,
hilo de fuego, sustancia y sed.
Es la música en la raíz del ser,
el canto eterno que nos hace creer.
Y así, en su fulgor y en su quimera,
la palabra es todo, y todo espera.
Ecce verbum, aquí está el destino:
la escritura del alma en su camino.